Perú, 2 de abril. Los abogados están de fiesta y las redes sociales lo saben. Desde las primeras horas de la madrugada vemos colegas decir que la abogacía es, «más que una profesión, una irresistible pasión» y cosas por el estilo.

Estudiantes de derecho, abogados en potencia, tampoco se han quedado cortos al expresar sus ganas de ejercer la abogacía tan pronto como salgan de las aulas. Algunos bachilleres, con cierta timidez, dicen también lo suyo detrás de una corbata. Clientes satisfechos dirigen encomiosas palabras a sus defensores, aunque tampoco faltan los clientes que los maldicen. Eso sí, todos repiten la famosa frase «orabunt causas melius» antes de cerrar su discurso, ya para decir que esta representa el último peldaño moral de la abogacía, ya para denunciar la vileza con la que algunos ejercen la profesión.

¿Defensores de causas justas?

Así, pues, el significado de la célebre frase inscrita en las medallas que impone la Orden de Lima, palabras más palabras menos, suena así: «defensores de causas justas». Pero no faltan los que apuestan por un tono imperativo: «defenderás causas justas». En ambos casos, como no podía ser de otra manera, el mote latino se pronuncia hinchando el pecho y levantando la quijada.

¡Defenderán mejor las causas!

Según estas amables traducciones el lema mandaría a los miembros de la Orden a defender solo «causas justas» y abandonar a su suerte las que no lo son. En otras palabras, que son indignas para un abogado de bien echarse al hombro «causas injustas». Para el que no está informado, esto podría interpretarse como que defender a un culpable es una violación grosera del imperativo supuestamente inscrito en la medalla.

Sin embargo, ¿son certeras esas traducciones, además de amables con el abogado? Parece que no. Por lo menos, puedo atestiguar que el profesor español José Calvo González, que de esto sabe mucho, en una conversación a propósito de la frase, me dijo que le sorprendía que algunos abogados limeños le dijeran que orabunt causas melius significaba «defenderéis causas justas», cuando en realidad debía traducirse, por lo menos en el foro, como «defenderán mejor las causas», «alegarán mejor», incluso, «serán mejores oradores».

Según esta advertencia, entre una y otra traducción hay un gran trecho: el lema del Colegio de Abogados de Lima no ordena a sus agremiados discriminar los casos justos de los injustos para quedarse solo con aquellos, sino que les manda a dar lo mejor de sí en la defensa de todas las causas que caigan en sus manos, independientemente de su justicia. Esto último, para evitar malos entendidos, es especulación mía.

El lema del Colegio de Abogados de Lima

Para ir por el significado «más terrenal» de la frase, les dejo este sabroso artículo publicado por el civilista Leysser León en la Revista Lawyer, «Orabunt causas melius», el lema del Colegio de Abogados de Lima y la historia (singular) de una infamia. En una pequeña lección, el profesor apunta:

En realidad […] el lema del Colegio se traduce “(otros) serán mejores en oratoria” o “en elocuencia”. Sólo con la asociación tardía del vocablo “causa” con “controversia” cobran arraigo las traducciones “forenses” que, a pesar de todo, no nos son tan familiares: “(otros) defenderán mejor las causas” o, según Fray Luis de León: “(otros) abogarán mejor”[1] o, como propone John Dryden: “(let others) plead better at the bar”[2].

¿Cuál es el origen de esta tergiversación, que asigna el significado imperativo de defender las mejores causas a un augurio o esperanza de perfeccionar la elocuencia y, posteriormente, de ser mejores al defender o abogar? ¿Y qué valor, al margen de las precisiones filológicas, puede o debe reconocerse actualmente a la añosa enseña?

“Orabunt causas melius” es un verso tomado de la “Eneida” (Canto VI), en el que Anquises, padre del héroe troyano Eneas, augura para Roma un porvenir glorioso en sojuzgamientos y en reinados, a la vez que vislumbra la aparición de “otros” que serán mejores en las artes (entre ellas, la oratoria) y ciencias. El verso es famoso, empero, por constituir una infamia: una histórica diatriba del poeta Publio Virgilio Marón (70-19 a.C.) contra el filósofo y político Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.).

“Otros –añora Anquises en este pasaje de la “Eneida”– harán tan al vivo las imágenes, que parezca que respiran: no lo reduzco a duda. Otros en el mármol esculpirán al vivo los rostros. Otros abogarán mejor, escribirán altamente de la astrología, los movimientos de los cielos y los aspectos de los signos. Tú, oh romano, no te olvides de regir a los pueblos con imperio; guarda solos estos preceptos; procura siempre conservar la paz, favoreciendo a los desvalidos y no perdonando a ningún poderoso”.[3]


[1] PUBLIO VIRGILIO MARÓN, “Los Seis Libros Primeros de la Eneida”, traducidos en prosa castellana por Fray Luis de León, t. III, Oficina de Josef i Thomas de Orga, Valencia, 1777, p. 482-483.
[2] DRYDEN, John, “The Works of Virgil”, vol. III, C. Bathurst y otros, Londres, 1782, p. 188
[3] Siempre según la traducción citada (nota 2 [1]) de Fray Luis de León.


2 Abr de 2017 @ 10:40

«Trinidad María Enríquez. Una abogada en los Andes», que publicó LP.
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