Pericles, el primer abogado profesional por esta razón

Compartimos el texto "Ética profesional en el ejercicio del derecho" de María del Pilar Olmeda García.

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Pericles nació alrededor del año 495 antes de Cristo, en Cholargos, al norte de Atenas. Fue hijo del político Jantipo y de Agaristebisnieta del tirano de Sición. 

Según Heródoto y Plutarco, Agariste soñó, algunas noches antes del nacimiento de Pericles, que ella daba a luz a un león. Una interpretación de esta anécdota es que el león es el símbolo tradicional de la grandeza, aunque puede tratarse de una alusión al tamaño inusual del cráneo de Pericles, que se convirtió en el objetivo habitual de los comediantes contemporáneos, llegando a recibir el apelativo de “cabeza de pera”.

Si bien para Plutarco esta deformación era el motivo por el que Pericles siempre era representado con casco, este no era exactamente el motivo, dado que el casco era el símbolo de su rango oficial como estratega.

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Los tratadistas coinciden en señalar a Pericles, gran estadista y militar, como el primer abogado profesional, dadas sus altísimas virtudes oratorias. En un principio, quienes tenían necesidad de dirimir alguna litis, según la ley decretada por Solón, debían defender su causa en forma personal, sin asesoramiento legal. Los contendientes estaban autorizados para hacerse acompañar de un amigo o pariente, quien de manera secundaria podía intervenir en el juicio.

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Jesús Sotomayor Garza lo cuenta así: “Resulta importante puntualizar que la oralidad imperaba en los juicios ventilados ante los tribunales griegos, por tanto quienes intervenían en ellos debía tener dotes oratorias, con el consiguiente conocimiento para elaborar las piezas forenses”.

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Quien acompañaba a la parte actora o a la demandante, en su causa judicial, cuando eso fue autorizado, recibió el nombre de “synagor”. Más adelante hizo su aparición en los tribunales griegos un personaje llamado “lológrafo”. Este ofrecía a quienes acudían a los tribunales, defensas ya preparadas con antelación a la causa. El discurso era pronunciado por el interesado ante quien presidía el juicio. Desde luego, este discurso prefabricado tenía un costo pecuniario. Anfitón fue el primer lológrafo. Él vendía defensas fuera del tribunal.

Con posterioridad, cada vez fue más frecuente permitir la intervención de un orador judicial, así este se convirtió en abogado, ya que intercedía a favor de quien estaba implicado en un juicio.

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Texto de Ética profesional en el ejercicio del derecho, de María del Pilar Olmeda García.

Publicada el: 26 Jun de 2016 @ 14:26

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