«Javier de Belaunde. Una trayectoria al servicio de Arequipa»

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El prólogo a esta segunda edición estuvo a cargo del doctor Alberto de Belaunde, congresista de la República y nieto de don Javier de Belaunde. Aquí les dejamos sus palabras.


Alberto de Belaunde

Recuerdo en varias oportunidades haber visitado a mi abuelo Javier en su casa de Barranco, en Lima, y encontrarlo conversando animadamente con el Dr. Mario Rommel Arce. Las visitas se realizaban en la biblioteca en el segundo piso, donde se encontraba su escritorio, y que era sin dudarlo el espacio favorito de mi abuelo de toda la casa. Ahí, rodeado del archivo que sintetiza más de cuarenta años de servicio público, y de los libros de historia que más consultaba, mi abuelo pasaba buena parte del día, leyendo, respondiendo cartas, preparando artículos, y conversando con las personas que más apreciaba. Que Mario Rommel haya conversado largas horas con él en ese espacio, y no en otro, nos indica el nivel de amistad que ambos desarrollaron, y que sin duda tuvo como ancla el amor de ambos por la historia y por Arequipa.

Intuyo que fue en esas largas conversaciones en su biblioteca que nació la idea en Mario Rommel de escribir este valioso libro. De lo que estoy convencido al mirar atrás, es que de similares conversaciones que tuve ahí a lo largo de los años es que nació mi vocación por la política, la cual me llevó a postular el año pasado al Congreso de la República. Casualidades del destino: fui elegido a los 30 años, la misma edad que tenía mi abuelo cuando fue elegido diputado por primera vez, representando a la provincia de Castilla.

Leí las memorias de mi abuelo estando todavía en el colegio, y el libro de Mario Rommel en los últimos ciclos en la universidad. Releer ambos trabajos este año ha sido una experiencia muy especial. Mi abuelo vivió hasta los 104 años, tuve la oportunidad de tenerlo conmigo durante 27 años de mi vida, lo cual es un auténtico privilegio. Aun así, extraño mucho no tenerlo a mi lado en esta experiencia tan especial. Imagino la cara de alegría que hubiera puesto al contarle que postularía al Congreso y su acompañamiento a lo largo de todo el proceso. ¿Qué ideas me habría dado para la campaña electoral? ¿Cuántas horas antes hubiera llegado al hemiciclo para no perderse mi juramentación? ¿Qué consejos me daría ahora que me siento cerca a uno de los escaños que él ocupó? Preguntas para las que sólo quedaría imaginar respuestas. Aun así, gracias a sus memorias y al presente libro, siento que mi abuelo me acompaña en este camino. Releer ambos libros me ha permitido descubrir una perspectiva distinta y sentir que mi abuelo me habla a través de esas páginas. Conversación de joven diputado a joven congresista, de abuelo a nieto, cargado de complicidad y cariño. Con ese ánimo de compartir lo aprendido que tuvo siempre, desde sus inicios como profesor en el Colegio Independencia Americana en Arequipa hasta el final de su vida en su biblioteca en Barranco.

En sus memorias, por ejemplo, relata cuando llega por primera vez al Congreso de la República:

Es un momento de intensa emoción, cuando presto juramento y me incorporo a la Cámara de Diputados. Tenía 30 años de edad. Con muchos proyectos en la mente y animado con todo el caudal de mi idealismo, me propongo cumplir mi deber para con el Perú y para con la provincia que representaba y ser consecuente con los principios que orientan mi vida. Había enarbolado, en mi campaña electoral, la bandera de una auténtica democracia. Este planteamiento pronto se estrelló ante una Cámara conservadora, inepta para reflejar las inquietudes y aspiraciones de las nuevas generaciones. Esto no revela amargura ni resentimiento, sino una apreciación objetiva[1].

Pese a ser minoría, relata en ese capítulo cómo trabaja junto con otros diputados jóvenes de ideas similares para poder impulsar juntos proyectos en común. No dejó que la conformación del Congreso detuviese la agenda que había planteado y por la que muchos ciudadanos habían confiado en él para que los representase.

Otra valiosa lección es recogida en este libro por Mario Rommel, recordando una anécdota contada por el también excongresista Henry Pease García. El relato corresponde a cuando Pease se desempeñaba, siendo muy joven, como secretario del despacho ministerial del Ministerio de Justicia, cuando mi abuelo ocupó la cartera en los sesentas siendo también diputado por Arequipa:

Para don Javier cada arequipeño que venía a su despacho tenía precedencia sobre cualquier autoridad o tema que se estuviera tratando porque él se consideraba primero un representante y sólo después un ministro. Les abría todas las puertas a su alcance en el Poder Ejecutivo, pero cuidaba que los pedidos fueran adecuados, justos y que sirvieran a sus representados. Contradecía con argumentos lo que pensaba poco adecuado a las posibilidades del Estado o se alejara de los problemas de los pueblos arequipeños. Vi entonces cómo era posible hacer de la representación parlamentaria un servicio a personas concretas y pueblos enteros, un hecho por demás difícil y trascendente en el Perú centralista y desconectado en el que le tocó vivir. Me gané más de una fuerte reprimenda por alterar esta prioridad en momentos tensos para el Ministerio, como horas antes de la sustentación del pliego presupuestal en el Parlamento, postergando a uno o dos paisanos necesitados de atención. Mi visión era otra y hasta le presenté airadamente mi renuncia un día. La calidad humana de don Javier pasó por alto el incidente, pero su firmeza me enseñó que esa gente sencilla, que necesitaba “tocar” a su representante y ser escuchada, aunque su reclamo no tuviera solución inmediata, era primero.[2]

Sin duda, el estupendo libro de Mario Rommel tiene también otras lecturas posibles, más allá de la que me plantea a mi como nieto y como congresista. Estoy seguro que un arequipeño, especialmente un majeño, se conmoverá con las continuas referencias a su tierra, corazón de la experiencia vital de mi abuelo en política. O a un historiador especializado en la etapa contemporánea le atraerá el manejo preciso y cuidadoso que hace Mario Rommel de fuentes históricas recientes para reconstruir distintos pasajes de la política peruana del siglo veinte. Me atrevería a decir que hay tantas lecturas posibles como personas que se animen a leerla, que es lo que suele suceder con los buenos libros.

Agradezco a Mario Rommel por permitirme el honor de escribir el prólogo para esta segunda edición. Y le agradezco en especial por ayudar a que el ejemplo de vida de mi abuelo no solo inspire a quienes tuvimos la dicha de conocerlo, sino a todo aquel que lea este importante estudio histórico y sienta en sus páginas el profundo amor y compromiso que Javier de Belaunde Ruiz de Somocurcio tuvo con Arequipa y el Perú a lo largo de su vida.

Alberto de Belaunde de Cárdenas
Congresista de la República

 


[1] Javier de Belaunde Ruiz de Somocurcio, “Político por vocación. Testimonios y Memorias”. Lima: Fundación M.J Bustamante de la Fuente, 1996, p. 147.

[2] Mario Rommel Arce Espinoza, “Javier de Belaunde: Una trayectoria al servicio de Arequipa”. Arequipa: Gobierno Regional de Arequipa, 2009, pp. 153-154.

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